Pues sí, eso es lo que pretenden las autoridades de la capital italiana. Para evitar esa multitud ingente que rodea la fuente más famosa del Barroco, se ha dispuesto numerosos agentes de vigilancia impidiendo la aglomeración en torno a este monumento, uno de los más visitados de Roma.
Todos los que han pasado por allí recuerdan que acercarse a la Fontana di Trevi se convierte en una dura prueba de valentía y agilidad: hay que hacer una cola imaginaria, esquivando multitud de obstáculos en los que se convierte cada persona y esperar a que te toque el turno. Intentar hacer unas fotos en las que salga mucha fuente y poca gente, ¡imposible! En nuestros recuerdos gráficos siempre figuran personas que no conocemos de nada. La tradición de echar la moneda que nos augura un regreso en otra ocasión, ¡cuidado! no le saquemos un ojo a alguien o le hagamos una pitera a nuestros competidores turísticos.
Cerca de un millón y medio de euros se recaudó el pasado año de la monedas rescatadas del agua, cantidad que recibió Cáritas para su obra social. Bien, pues parece que todas estas emociones se acabaron, ahora habrá que disponer de un buen “zoom”, las fotos habrá que hacerlas en la distancia. Se trata de establecer un recorrido por el que todos tengan que pasar sin detenerse.
Lo cierto es que este lugar tan emblemático de la Ciudad Eterna, se está deteriorando. Cada vez había más intrépidos tratando de emular a Anita Ekberg en la famosa película de Fellini “La dolce vita”. La gente ya no lanzaba sólo monedas. En una limpieza reciente se encontraron todo tipo de objetos: llaves, fichas de pocker, candados y hasta dentaduras postizas. Un sin fin de enseres que convierten la Fontana en un lugar de objetos perdidos bajo el agua.
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