El castillo de Bran
En la profunda Rumanía, en la zona fronteriza entre Transilvania y Valaquia, encaramado en una roca de 200 metros de altura, se alza el imponente castillo donde, según la leyenda, vivía el conde Drácula.
Aunque el castillo original, levantado como fortaleza defensiva, estaba absolutamente derruido, Luis I de Hungría construyó, en el mismo lugar, uno nuevo. El castillo, ubicado a unos 25 km. al noreste de Brasov, forma parte de la ruta de Drácula por Transilvania que recorren los aficionados a este género de terror. La fortaleza, de impresionantes torres y torreones, cuenta con 60 habitaciones comunicadas por estrechas y serpenteantes escaleras; además de misteriosos pasajes subterráneos. Actualmente las estancias están decoradas con muebles, armas y armaduras pertenecientes a distintas épocas de los siglos XIV al XIX.
El pueblo de Brasov regaló el castillo de Bran a la reina María de Rumanía por lo que, desde 1920 a 1957, fue la residencia de los reyes. En la actualidad es un museo abierto al público donde se puede admirar el arte al que era aficionada la reina María.
Si tu inquietud te lleva hasta allí, no dejes de visitar el pequeño pueblo de Bran. Su cercanía al castillo le ha convertido en la localidad más visitada de Rumanía, después de Bucarest. El pueblo tiene hoteles y restaurantes preparados para recibir al turista y, si quieres una experiencia diferente, puedes alojarte en alguna casa particular donde ofrecen cama y comida por precios económicos, y un cuidadoso trato a los viajeros.
No queremos decepcionar a los lectores, pero el castillo de Bran, no es donde vivió realmente el príncipe Vlad III o «Drácula», como veremos en las siguientes líneas. Al parecer sólo pasó allí unos días como prisionero, encerrado en una mazmorra.
En la década de los años setenta, las autoridades rumanas consideraron conveniente promocionar este lugar y modificaron la historia en beneficio del turismo. Desde entonces, se explota la leyenda de que Drácula está presente en toda la zona, a través de las narraciones y de las tiendas de recuerdos donde ofrecen todo tipo de objetos relacionados con el conde Drácula. El lugar ha sido también un reclamo para la empresa del cine rodándose en él varias películas sobre el vampiro más famoso.
Historia de Drácula y el Castillo de Bran
Vlad III Tepes, también conocido como Vlad Dracul, fue un príncipe terrible en el que se inspiró el escritor Bram Stoker para crear el personaje del conde Drácula.
No siendo una copia exacta, Vlad se tiene bien ganada la fama de sanguinario. Y ya que de sangre se trata, porque eso era lo que bebía Drácula, vamos a contar algunas hazañas del personaje original.
Como todo caballero que se precie, en el siglo XV, época que le tocó vivir, sus ocupaciones no podían ser otras que tratar de combatir en batallitas por doquier. Y claro, lo que tiene tanta batalla es que se acumulan los prisioneros, los muertos y los pactos. Quien fue tu amigo ayer, podía ser tu enemigo mañana.
Cuentan las crónicas de la época que Vlad era un príncipe experto y entusiasta de la tortura y la muerte lenta. Se dice que solía cenar bebiendo la sangre de sus víctimas o mojando pan en ella. En siete años de gobierno, ejecutó a 100.000 personas, la mayoría de ellas empleando la técnica del empalamiento, por lo que también se le conoce como Vlad el empalador. En el emblemático Bosque de los empalados hizo talar todos los árboles y llegó a empalar en el lugar a 20.000 prisioneros. Calcondilo, cronista de la época, contaba que el sultán Mehmet II, al visitar a Vlad en 1461, retrocedió horrorizado, pero también elogió (no sabemos si por miedo) a un príncipe que demostraba ser un experto en el arte de gobernar en el terror.
Se cuenta que en cierta ocasión invitó a un banquete a mendigos y vagabundos, cerró las puertas y los quemó vivos para librarse de ellos.
Era tal su fama que en cierta ocasión dejó frente a su residencia de Tirgoviste una jarra de oro para que los viajeros pudiesen beber agua en ella. Nadie se atrevió a robarla.
Vlad Tepes acabó muriendo en una emboscada turca y su cabeza fue exhibida en Estambul. Más tarde, su cuerpo fue enterrado en el monasterio del lago Snagov.
Es posible que las leyendas se magnifiquen ¿o no? No olvidemos que en muchas ocasiones ”la realidad supera la ficción”. En cualquier caso, es un lugar que merece la pena visitar si viajas a Rumanía.
El recuerdo del castillo en lo alto, rodeado de misteriosos bosques, permanece en la retina de quien escribe estas líneas, después de muchos años. En realidad parece que el príncipe empalador vivió en el castillo de Poenari que se encuentra sobre un precipicio en el valle del río Argęs. En los primeros años del siglo XVII fue abandonado y en la actualidad se encuentra parcialmente en ruinas. Aunque si sigues teniendo ganas de más castillos y no te asustan las carreteras con curvas, el castillo de Poenari es digno de visitar por su extraordinaria ubicación y por sus alrededores. A unos kilómetros se encuentra el lago/presa de Vidraru, uno de los lagos más extensos de Rumanía.
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