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Naturaleza por doquier, playas para todos los gustos, maravillosa gastronomía y un hotel para el relax absoluto. A esta isla de contrastes le sobran los motivos para convertirse en el destino ideal para el puente de mayo.
La segunda isla más grande de las Canarias es frecuentada por turistas de todo el mundo, que acuden a ella en busca del buen clima con la idea de disfrutar de la famosa playa de Maspalomas. Sin embargo, las doradas dunas de Maspalomas, convertidas en Reserva Natural, son solo una pequeña muestra de todas las maravillas de Gran Canaria.
La naturaleza protagoniza la lista de prodigios de la isla, con bosques de pinos centenarios que resaltan entre los paisajes desérticos y los cráteres volcánicos del sur. Para disfrutarla de forma privilegiada, solo habrá que poner rumbo a alguno de los numerosos parques y reservas naturales ocultos entre el relieve irregular del interior. La Reserva Natural de Inagua, el Parque Natural de Tamadaba, el Parque Rural de Doramas o el Pico de los Pozos de la Nieve son idóneos para hacer senderismo.
El Parque Rural Roque Nublo es el más emblemático por encontrarse en él la roca volcánica símbolo de Gran Canaria y por protagonizar una de las mejores vistas de la isla: la del pico del Teide sobresaliendo de las nubes en la vecina Tenerife.
Las playas son el principal reclamo de la isla. Entre las más especiales y menos masificadas, la de Montaña Arena o la piscina natural de Las Salinas, en Agaete, proporcionarán los baños más revitalizantes, mientras que Puerto Rico o San Agustín serán los paraísos particulares para los amantes del surf.
Para sumergirnos de lleno en la vida de Gran Canaria, los pueblos de interior Firgas o Teror y pueblos marineros como Agaete, nos proporcionarán la genuinidad que buscamos. En Puerto de Mogán, en cambio, combinaremos su historia como pueblo costero con una amplia oferta turística. Arucas, al norte de la isla, nos ofrecerá un entretenido paseo por su colorido casco histórico y por la Iglesia de San Juan Bautista. También podremos degustar el popular ron canario Arehucas en la destilería situada a diez minutos caminando del centro del pueblo.
La capital, Las Palmas, es la que aglutina más propuestas gastronómicas, culturales (Museo Casa Colón, Casa Museo Pérez Galdós, Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología) y de ocio, con su playa urbana de Las Canteras como principal atractivo.
Entre la oferta de diversión en Gran Canaria, tampoco faltan parques acuáticos y temáticos para pasar un día en familia. Están localizados al sur, próximos a Maspalomas, y entre ellos destacan: Aqualand Maspalomas, Palmitos Park, Sioux City o Mundo Aborigen.
En cuanto a la cocina, Canarias presume de una gastronomía guanche caracterizada por platos únicos como las papas arrugadas con mojo, el gofio escaldado o el bocadillo de chorizo de Teror. Algunos de los restaurantes donde podremos degustar los mejores sabores de la isla están ubicados en Las Palmas: El Equilibrista 33, cocina de la tierra con gran calidad, Deliciosa Marta, con una carta reducida de platos actuales con ligeros toques de ingredientes catalanes, o La Barra, un gastrobar que imita las viejas vermuterías con tapas y raciones del Chef Ángel Palacios.
El relax absoluto en Gran Canaria
Para obtener una experiencia completa del viaje es imprescindible dar con el alojamiento perfecto. Gran Canaria, con toda su oferta hotelera, no nos lo pone fácil a la hora de elegir un hotel que nos proporcione los mejores ratos de descanso y evasión.
Sobre una colina al sur de la isla, apartado de todo y rodeado de un espectacular paisaje, Salobre Hotel Resort & Serenity se manifiesta como la opción perfecta para alcanzar el relax absoluto. La carretera de curvas que sube hasta él, ya deja constancia de su aislamiento. Tras pasar una garita de seguridad, aún tendremos que seguir ascendiendo entre campos de golf para llegar hasta la “serenidad”.
Edificado en una colina, este refugio de lujo ha sido mágicamente integrado en el terreno para ofrecer a sus huéspedes estancias cargadas de gastronomía, golf, wellness y los mejores baños; todo ello en continuo contacto y respeto con el medio ambiente.
Nada más acceder a recepción percibimos que en Salobre cuidan hasta el mínimo detalle: la arquitectura y el diseño interior utilizando materiales de la isla, los cuidados jardines de cactus o incluso los impecables uniformes de los empleados que parecen mimetizarse con el entorno y que podremos adquirir en la tienda del hotel.
Nos reciben con una amplia agenda de actividades diarias, que incluyen desde clases de yoga a paseos en barco. Entre las más demandadas, el golf se lleva los honores. Un campo de 18 hoyos atrae a apasionados del green en cualquier época del año. Los golfistas podrán abastecerse de todo el equipamiento necesario en la Pro Shop del hotel y, después de hacer unos hoyos, relajarse en el spa.
Be Aloe Wellness Center cuida del bienestar con una fuente de hielo, una cabina de oxigenoterapia para recargar los pulmones de aire puro, una sauna finlandesa, duchas de contrastes y masajes a la carta. Aquí hallaremos una de las piscinas favoritas del hotel: Piscina Vitality, a una temperatura de treinta grados centígrados, con hidromasaje y con vistas a los campos de golf que sobresalen entre los marrones de las montañas que rodean el entorno.
La actividad favorita en Salobre será descubrir todos los rincones del hotel camuflados entre la naturaleza, incluyendo sus siete instagrameables piscinas repartidas por los once niveles del hotel. La más difícil de encontrar es la Piscina Secreta, que parece emerger de la ladera de la colina para aportarnos la mayor tranquilidad con vistas al mar.
Las habitaciones con terraza privada e impresionantes vistas serán el lugar para una evasión plena. Su estilo cálido y acogedor nos atrapará y sus amenities de Rituals terminarán de hacernos sentir en el nirvana.
Sucumbir a la gula será otro de los pecados inevitables en Salobre. Los restaurantes y bares del hotel acompañan la comida y bebida de una experiencia que va más allá. Aunque si nos tenemos que quedar con algo, que sea con los contundentes desayunos a base de verduras, huevos en todas las modalidades, batidos, zumos y todo tipo de platos preparados al momento.
La última planta del hotel nos eleva a la cumbre para ofrecernos las vistas más impresionantes de las colinas abriéndose paso ante el Atlántico. La planta once, o planta del cielo, será la elegida para olvidarse de todo tomando una copa en una de sus camas balinesas o deleitarse con la puesta del sol desde la piscina de agua salada climatizada mientras que tocamos el cielo.
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