El mundo perdido de Socotra: La Isla de la Sangre del Dragón

Lejos de privilegios y nombramientos, la isla de Socotra es lo más parecido a un lugar inhóspito, solitario y perdido en el océano. Sus habitantes, aislados del resto del mundo, han mantenido un modus vivendi muy alejado de los avances de la humanidad; sin electricidad ni agua corriente y por supuesto sin otras comodidades menos básicas. El acceso a la isla era una difícil aventura, especialmente entre los meses de junio a septiembre, debido al fuerte oleaje y a la fuerza con la que el viento azota este paraje. Hasta 1999 se consideraba el lugar más aislado del mundo, también debido a que sólo se podía acceder a él a través del océano.

Socotra, Abd Al Kuri, Samha y Darsa forman un archipiélago ubicado en el Océano Índico, entre el Cuerno de África y la península arábiga. Socotra, o Socotora, como también se denomina, es la mayor isla de este conjunto y también la más conocida, con una superficie de 3.600 kilómetros cuadrados. Cuenta con un clima árido y semiárido tropical monzónico.
Socotra se encuentra a 350 kilómetros de Sudán, país al que pertenece. Debido a su situación estratégica, levanta el interés de las grande potencias. Se dice que EE.UU. quería trasladar allí a los presos de Guantánamo. Su exclusiva flora y fauna le han hecho merecedora del título de Patrimonio Mundial por la UNESCO, otorgado en 2008.

Árbol de la Sangre del Dragón en Socotra
Árbol de la Sangre del Dragón en Socotra.Foto de Rod Waddington en Flickr.

Pero lejos de ser un lugar sin interés por sus condiciones de habitabilidad, cuenta con una riqueza botánica y zoológica inigualable. De las 800 variedades de plantas que tiene la isla, más de un tercio de ellas no existen en ningún otro lugar del mundo. Una de las plantas más conocida es el Dracanea cinnabari o árbol del dragón con forma de sombrilla y el Dendrosicyos socotrana, o árbol pepino que se encuentra en los acantilados y las colinas de las montañas.

Por otro lado, según estudios realizados, existen en la isla unas 140 especies distintas de aves, de ellas unas 10 son exclusivas de este paraíso isleño, como ejemplo el Cormorán de Socotra, ave marina de negro plumaje y que suele medir en torno a los 80 centímetros.

Pero toda esa riqueza única está en peligro de extinción. El cambio climático, el turismo, la inestabilidad política y otras causas externas, están poniendo en peligro la conservación de las especies.

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Leyendas y curiosidades

El fotogénico árbol drago nació de la sangre que derramaron un elefante y un dragón que pelearon hasta la muerte.

Quizás lo más curioso de esta isla es la mezcla de leyendas y de historias que encierra, sin poder distinguir entre lo uno y lo otro debido a la deformación temporal que ha sufrido en su transmisión oral y bibliográfica.

En Socotra crecían el incienso y la mirra utilizados tanto en rituales como para la momificación de los antiguos egipcios.

Aristóteles animó a Alejandro Magno para que invadiera Socotra en busca del aloe sucotrino, tan de moda en la actualidad y muy valorado por los griegos y los romanos que, en otras épocas, ya lo utilizaban para curar las heridas de guerra.

Emblemático también de esta isla era el árbol de la denominada Sangre del Dragón, árbol con forma de seta gigante cuya sabia roja utilizaban los gladiadores para embadurnarse en los combates. También era un bien preciado por los artesanos de los famosos violines de Cremona que utilizaban la sabia roja para barnizar los prestigiosos Stradivarius.

Socotra era un lugar que seducía a muchos pueblos de la antigüedad, entre ellos griegos, romanos, indios y árabes que acudían a la isla atraídos por sus resinas olorosas.
Marco Polo dejó constancia escrita de que los habitantes de Socotra eran “los más sabios encantadores y nigromantes que había en el mundo”, se decía que dominaban el viento y lo controlaban a su antojo.

También forma parte de la historia o la leyenda la idea de que el pájaro gigante de Simbad, el ave Fénix para los griegos y los romanos, el simurg para los persas; se paseaba por la costa de Zufar donde cogía a los niños para alimentar a sus crías. Si uno conocía las palabras mágicas, invocaba al ave y podía viajar en su lomo hasta la isla.

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En Somotra peligra la supervivencia de su flora y su fauna. Ojalá que como el ave Fénix, símbolo de la resurrección y de la inmortalidad, pueda resurgir y mantener el hábitat como en la antigüedad.

El cineasta y escritor Jordi Esteva visitó la isla atraído por sus historias. Recogió testimonios de los lugareños y con la información recopilada, escribió dos libros y rodó una película.

 

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