Singapur tiene tres años consecutivos ocupando los primeros lugares del listado Safest Cities Index, que elabora el medio The Economist. Y no en vano puede jactarse de tener bajos índices de criminalidad, prosperidad, garantías y buena infraestructura. Sin embargo, los habitantes de la ciudad más segura del mundo pagan un precio elevado por ello.
Y, créanlo o no, pocas personas estarían dispuestas a pagar el mismo precio. El diario español El Confidencial publicó al respecto un reportaje titulado «Cuando el ´Gran Hermano´ funciona». ¿Cómo se vive en la ciudad más segura del mundo? Esto, haciendo alusión a la mundialmente conocida 1984.
La obra, ficción distópica de George Orwell, narra un mundo en el que los habitantes son constantemente vigilados por el gobierno. En ese sentido, incluso, en el libro había una ‘policía del pensamiento’ que, al parecer, es de las pocas cosas que le faltan a Singapur.
Singapur, la ciudad más segura del mundo
Para hacer reinar la seguridad han establecido, como uno de los pilares fundamentales, a la misma ciudadanía, es decir, existe una política que permite la interacción directa de la policía con los comerciantes. Para prevenir los robos han colocado carteles en las afueras de los comercios que informan de dos cosas. Una, del número de detenciones que se han realizado en el último mes. Dos, que es muy posible que dentro del comercio haya policías vestidos de paisanos.
En la ciudad pueden encontrarse cámaras de seguridad por doquier. Las hay tanto en los comercios, como en los espacios públicos: todas las personas están vigiladas.
Por otro lado, desde 1967 todos los hombres deben prestar servicio militar obligatorio durante dos años, según informa El Confidencial. Una vez finalizado, es asignado a una unidad de policía. Es entonces cuando, en un periodo de 10 años, puede ser llamado a prestar servicio hasta en diez ocasiones distintas. Y es que, en Singapur parece haber más hombres dispuestos a apegarse a la ley que a romperla.
Todo esto es consecuencia de una política implementada en 1959 por Lee Kuan Yeu, que gobernó durante 31 años. El modelo de desarrollo económico y social implementado por el gobernante estuvo basado en la merma de ciertas libertades. Y las críticas no han faltado, aunque tampoco los halagos.
Sin libertad plena, todo
Pero más allá de eso, en la ciudad hay prohibiciones que a cualquiera de nosotros nos parecerían absurdas. No se permite masticar chicles en las calles, o abrazarse y mucho menos besarse de una manera demasiado efusiva. Esto, referido a parejas heterosexuales, porque las homosexuales solo pueden tener manifestaciones de cariño dentro de cuatro paredes. Si alguien incumple con las normas, se le multa.
Tampoco existe libertad de prensa. De hecho, los dos diarios con mayor circulación del país, Media Corp y Singapore Press Holdings, son controlados por el gobierno. Por ello, Reporteros Sin Fronteras ha dicho que el país está gobernado por un «gobierno intolerante» y le ha colocado en el puesto número 151 en el ranking mundial de libertad de prensa.
Las manifestaciones espontáneas no están permitidas y sólo se puede protestar en lugares determinados y teniendo ciertos permisos. Por este y otros motivos, la ONG Freedom House califica al país con 51 sobre 100 en lo que a libertades civiles respecta.
Pareciera que el mensaje ofrecido por el país asiático, cuya población está segmentada en chinos, malayos e hindúes, es lo que en macro economía se conoce como el «costo de oportunidad». Lo que es igual a lo que se debe renunciar para lograr obtener determinada cosa. En este caso, todo apunta a que el costo de sacrificar la libertad ha valido la pena.
Pero ya saben lo que dicen por ahí. Dentro de casa, cuando nadie está escuchando, las cosas podrían ser muy diferentes… o no.
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