El crucero de lujo Sea Princess realizaba un recorrido desde Sydney hasta Dubai, con una duración de ciento cuatro días de navegación por alta mar. En las aguas del océano Índico, atravesaba el nar Arábigo, el Golfo de Adén y el Canal de Suez, cuando los pasajeros comenzaron a recibir normas aparentemente inexplicables y no entendían muy bien lo que sucedía. Les informaban de que tenían que apagar todas las luces y la música.
Y así ocurrió. Al atardecer el barco se quedaba totalmente a oscuras, dejaban de funcionar los bares y los clubes nocturnos, se bajaban todas las persianas del barco y se suprimían las actividades en la cubierta. En las habitaciones se emitían por televisión documentales sobre la piratería en alta mar.
Según el periódico digital australiano News.com, los pasajeros embarcados en el Sea Princess estuvieron diez días con las luces apagadas ante “la amenaza real” de sufrir un ataque de los piratas somalíes que rondan por la zona.
Dos mil pasajeros atónitos, y suponemos que asustados, habían pagado unos 50.000 euros por un viaje de placer. No sabemos si este susto, estaba incluido en el precio.
Según los protagonistas se realizó un simulacro de ataque pirata asignando a cada pasajero, un lugar y una tarea, en caso de que el ataque se llevase a cabo. Para tranquilizar a los pasajeros, el capitán les informó de que el barco era capaz de escapar de cualquier ataque pirata, que los oficiales hacían guardia las 24 horas y las mangueras de incendio estaban preparadas en la cubierta siete.
Declaraciones de la compañía del crucero afirman que mantienen todos los procedimientos de seguridad en cada uno de sus viajes y que las medidas se ejecutan en cada uno de sus barcos cuando “entran en zonas peligrosas”.
La historia es como de película y, quizás, lo que parece incoherente es que se realicen este tipo de viajes de placer por lugares donde, valga la redundancia, te juegas el tipo. La mayoría de los secuestros en el mar tienen lugar en el océano Índico. Las víctimas suelen ser barcos pesqueros y tanqueros o buques cargueros. Intentan conseguir objetos de valor e incluso secuestran a los ocupantes con la intención de conseguir un rescate. En alguna ocasión han intentado atacar cruceros pero debido a su elevado número de ocupantes les ha resultado inviable el ataque.
Un crucero italiano de MSC Cruceros, con mil pasajeros a bordo, fue atacado en el año 2009. Los piratas eran seis personas que iban en un embarcación ligera. En esta ocasión llegaron a realizar disparos con fusiles Kalashnikov, pero gracias a la pericia del comandante, el barco logró huir escapándose de la complicada situación.
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